domingo, 18 de enero de 2009

Hell hath no fury...


...like a woman scorned. Definitivamente, no hay nada que propicie mejor una crisis existencial que ser despreciado. Es horrible y humano, y apesta. Pero poniendo las cosas objetivamente, puta, a veces simplemente uno no está destinado a pertenecer a la órbita de otra persona.. Sí sí, yo sé que no se debería "tomar a personal", que "él se lo pierde", que "ya vendrán otros mejores que sí te valoren"; y mil frases encajonadas en ese estilo para tratar de reducir la humillación y la miseria emocional en la que uno está. Pero vil y asquerosa mentira! Todos esos mal llamados consuelos, no son más que madera que alimenta el orgullo en llamas (el famoso ego lastimado). Falsa la que dija que alguna de esas frases la hizo sentir aunque sea una milésima mejor, en apariencia quizá sí, pero mejor de verdad? definitivamente no.

Y lo peor es que todos somos despreciadores en potencia o despreciados sin remedio, quién no ha sufrido un desprecio o despreciado alguna vez?

Claro, hay desprecios de todos los olores y sabores, y hasta podríamos catalogarlos según el galán tropical que cada macho tenga en sí. Según el universo peculiar y particular de cada uno, su argumento y su razón tendrán; conste, no los defiendo ni los ataco, simplemente quisiera tener más claro el fenómeno del desprecio y sus humillantes consecuencias.

Así pues, tenemos al Ex Despreciador, que probablemente es el que tenga más derecho a despreciar, especialmente si no fue el culpable de la ruptura. Algunos desprecian por venganza y otros simplemente por mantener su salud mental. Punto a favor de estos últimos, uno debería poner en práctica eso más a menudo.

El Amigo Despreciador, lo hace en nombre de la amistad, su lema predilecto es "no arruinemos nuestra archi especial amistad por algo que no sabemos si va a funcionar" (what??) Amigos sobran...

El Despreciador con Novia. Éste tiene varios ases debajo de la manga: desprecia en nombre de su fidelidad (verdadera o ficticia, dejemos esta cuestión a juicio del lector), porque quiere evitar complicaciones, porque está ultra enamorado,porque a fin de cuentas es un pendejo, o peor aún, un maldito indeciso. Como diría una sabia frase : "ya su novia lo tuvo mucho rato, ahora me toca a mi!!!!".

El Despreciador Confuso no sabe lo que quiere, un día se anima y otro día el coraje brilla por su ausencia. Éste desprecia por inseguridades, culpas, porque "no sabe si de verdad le gusta mucho"; o como en el caso anterior, por pura pendejada disfrazada en su supuesto escudo de macho alfa.

El Pavoreal Despreciador es la máxima expresión del Galán Tropical. Simplemente desprecia porque no admite que mujer alguna opaque sus sensuales plumas multicolores. Quizá piensa que debe despreciar hasta encontrar un ejemplar digno (según él) de estar con un hombre de tal envergadura (y en algunos casos ni eso).

El Despreciador Existencialista desprecia prácticamente por dos razones: o porque se siente simplificado y ofendido; o porque en su depresivo e intelectualoide mundo no considera que merece ser feliz como cualquier mortal. "No te merezco", "no puedo darte lo que me pedís". Básicamente, la pendejada le robó todo vestigio de existencia (y de paso de cerebro).

Dejando la mofa a un lado por un momento, aceptemos una verdad innegable: de todos los pintorescos ejemplos presentados, no hay desprecio más cruel y más honesto, que aquel que nace simplemente porque no calzamos ni un pelo con la concepción que él tiene de su vida perfecta. Este ser cualquiera no nos desprecia porque
piense que no somos bonitas,
le demos verguenza,
seamos excesivamente perseverantes,
tenga novia,
seamos incompatibles según el horóscopo chino y otras.

No, no nos desprecia con intenciones malvadas o hirientes; simplemente estamos en frecuencias completamente distintas, nuestras trayectorias espaciales según todas las leyes de la física cuántica, nunca van a poder coincidir. Nada más no hubo "química", no hubo "clic".

"Sorry I was a point you were destined to miss"

A este Despreciador Anónimo, no sabemos si agradecerle por su brutal sinceridad, o golpearlo por ser un grandísimo idiota. Aunque "él se lo pierda..."